—Mi vida, ¿estás lista? Que llegamos tarde.
—Ya voy, mi vida.
Como casi cada dos viernes. Amparo y Joaquín (en adelante, MIVIDA1 y MIVIDA2) iban a casa de María y Beltrán a cenar. Esta vez, sus amigos —más mundanos y experimentales— les sorprendieron con sus recetas a base de harinas de algarroba. Apenas quisieron probarlo; para ellos, la algarroba era un producto para cerdos y punto. Después de aquello, tardaron algún tiempo en recuperar las cenas de “casi cada dos viernes”.